Originalmente
fueron nueve hectáreas que Natalio Michelizzi, un Pionero de Atlántida,
se reservó para si.
En
ellas construyó su casa de veraneo y un parque amplio y muy cuidado
que remataba en dos escalinatas de ladrillos cerámicos que bajaban
hasta la playa. Pero la agreste belleza de este sitio no era su única
peculiaridad. En esta propiedad solariega también se encuentra
emplazada "La Quimera", más conocida como "El Aguila"...
un emblema de Atlántida.
Esta
construcción, que comenzó como una capilla, terminó como un
impresionante mirador con forma de proa de barco de la que nace la
boca de un pez espada y en su parte superior, luce una orgullosa
cabeza de águila realizada en piedra.
Al
fallecimiento de Natalio Michelizzi, la línea sucesoria determina
un nuevo propietario que se reserva la finca solariega rodeada de un
amplio terreno y encarga el diseño de un fraccionamiento que debería
constituirse en un hermoso barrio residencial.
Las
notables características de estas 9 hás., especialmente su elevación
respecto al nivel del mar y la corta distancia entre la ruta
Interbalnearia y la playa, se constituían en las bases de mayor
gravitación para crear un amanzanamiento con vistas excepcionales
al poniente.
Las
curvas de nivel del predio a su vez, permitieron
un diseño organicista que logró los tan mentados principios
del Team X: Asociación, Flexibilidad e Identidad.
La
calle esta excelentemente bien considerada con el carácter sociológico
del lugar de encuentro y no como vía de circulación, donde uno
puede tranquilamente pasear al perro, lavar el auto, andar en
bicicleta, pues es en definitiva donde uno tiene su contacto
primario con el mundo.
Cada
curva de sus calles le hacen sentir al habitante, parte del lugar,
pudiendo de esa manera afirmar la conciencia de la propia identidad.
Por
otra parte, la acertada decisión de crear accesos indirectos tanto
desde la ruta Interbalnearia como desde la Rambla de Atlántida, le
dieron la necesaria intimidad a este emprendimiento para poder
lograrlo.-
Finalmente,
se determinaron los espacios libres que de acuerdo a la ley debían
cederse, entre ellos, aquel donde se encuentra emplazada "El
Aguila", y ahí se noto la intención del urbanista, de actuar
positivamente en la ciudad, ya que no siendo posible un plan
general, es responsabilidad ética de el la que regula la actuación,
y aquí se tuvo.
Una
feliz alianza estratégica entre los propietarios de las tierras con
una empresa vial, permitió la concreción de este
fraccionamiento que hoy permite que Atlántida tenga un nuevo
y categorizado barrio residencial de 77 solares.
Ya
en el terreno de lo anecdótico, cabe decir que los propietarios,
inicialmente pautaron una campaña de ventas de dos años (iniciada
a mediados de 1998) encomendándola a dos reconocidas empresas
inmobiliarias de Atlántida. La casi totalidad de los solares tiene
áreas que rondan los 500 m2 y los precios pautados fueron desde U$S
26.000,oo en más con una financiación de hasta 48 meses. Con
estas características, era evidente que se apuntaba a un segmento
de público de buen poder adquisitivo y, al mismo tiempo, no existía
urgencia en la venta pues se priorizaba el perfil de un tipo de
comprador que contribuyera a la jerarquización del emprendimiento.
De acuerdo a los protagonistas de esta historia, la sorpresa fue
grande cuando en los primeros seis meses más del 45% del
fraccionamiento se había vendido y, en esas ventas, estaba el 100%
de los solares de mayor valor.
Este
último comentario seguramente será objeto de otra nota pues es un
claro indicador de un importante movimiento migratorio desde
Montevideo que a la fecha (Mayo 2000) se constituye en todo un tema
para analizar en nuestra WEB, ya que a
la cambiante, quizás irreversible fantasía playera, se la
esta desplazando y superponiendo el de la vivienda propia
permanente.
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