Me
había prometido Fabini que, cuando llegara el momento de hablar
sobre el Country Club, alguien mas se nos sumaria para bucear en
el pasado. De modo que, con mucha alegría, abrace esa tarde a José
Andrés Castro (“Castrito” para todos los que hemos pasado
media vida en ese lugar) que había hecho un alto en sus tareas
para venir a reunirse con nosotros.
El
habitual monologo de Fabini, interrumpido de tanto en tanto por
mis preguntas y mis pedidos de aclaración, se convirtió ese día
en un dialogo chispeante, pleno de emoción y de nostalgias. No en
vano esos dos hombres habían trabajado muchos años juntos para
sacra adelante mil proyectos que parecían irrealizables.
-“
Cuando por obra de Michelizzi. Atlántida se convirtió en los años
cuarenta en un balneario de fama internacional con ritmo europeo,
gentes de toda clase sentaron aquí sus reales. Parecía que los
viejos y primeros habitantes del lugar no tenían mas que dos
opciones: adaptarse a los nuevos tiempos o irse.
Sin
embargo, hubo un grupo de hombres, diferente al de aquellos
primeros “habitués” del Hotel Atlántida de 1913, que con el
mismo espíritu generoso, visionario y tenaz, que fundaron en 1947
la primera liga de fomento:
Presidente:
Dr. Aurelio Pastori
Vicepresidente:
Esc. Enrique Uslengui
Secretario:
Miguel Viña Miento
Vocales:
Arq. Eduardo Fabini., Antonio Morales
Genaro Carcavallo, Oscar Duran Gil y
Aldo Vergnano
Esa
gente inteligente y emprendedora promocionó espectáculos de gran
jerarquía en el Hotel Atlántida, instalo la sala de Primeros
auxilios en la playa, se ocupo de que hubiera un ómnibus que
llevara y trajera pasajeros desde y hacia la estación del
ferrocarril al balneario y muchas cosas de orden practico.
Pero
también fueron ellos los que encontraron una solución salomónica
y genial al problema de los pioneros: decidieron buscar un lugar
hermoso, alejado del bullicio del centro y de los turistas y
construir allí un club. Un club al que costara trabajo llegar y
sobre todo al que costara trabajo asociarse. De esa forma se podía
filtrar un poco la gente que entraba. Un club donde podría seguir
haciendo la vida social y cultural que les gustaba hacer entre
toda la gente conocida de siempre.
Fue
entonces que una delegación de la liga de Fomento fue a
plantearle a Michelizzi la idea de transformar el golf en Country.
Y fue también entonces que se aburrieron de esperar una respuesta
y se fueron a hablar con los miembros del Directorio del
Banco Italiano y con Mario Ferreira. Al banco le pareció muy
interesante la idea porque valorizaba sus terrenos y porque de
esa forma el balneario crecía también hacia otro lado. Mario
Ferreira, por su parte, dono generosamente los primeros 18.000
metros para comenzar. En esos terrenos fue donde luego se
construyeron las caballerizas del Club.
Se
hicieron bonos de 2.000, 5.000 y 10.000 pesos para que un selecto
grupo de aproximadamente doscientos “atlantidenses” de pura
cepa se asociaran a la empresa. Había en ese momento aquí gente
con muchísimo dinero: grandes
industriales, dueños de los comercios y tiendas mas importantes
de plaza y profesionales. El dinero de esos bonos se reintegraría
después con intereses, una vez que el ambicioso proyecto se
echara a andar.,
Por
ultimo el Dr. Pastori, visionario y tenaz, consiguió un préstamo
del Banco Hipotecario para financiar lo que faltaba y así se
pudieron comprar los terrenos. El Arquitecto Juan Eduardo Fabini,
hijo del Ing. Juan Fabini, hizo los planos, los presento, se los
aprobaron y puso manos ala obra. Ni un solo día de los muchos que
demando la obra este hombre increíble dejo de venir desde Montevideo a supervisarla; siempre había techos , cimientos o
vigas que llenar. Estuvo minuto a minuto al pie del cañón y jamás
cobro ni siquiera un litro de nafta. Todo pasaba por sus manos.
La
obra se realizo en tres etapas: la primera, hasta las oficina; la
segunda agrego el comedor y la tercer los bungalows y la piscina.
En
los planos aprobados se incluía otro piso de bungalows y una
terraza unida a un gran salón de baile o boite con bar y entrada
independiente hacia el frente. Todo estaba pensado, pero con el
tiempo y la renuncia de Pastori a la presidencia, se perdió el
entusiasmo. Mientras Pastori estuvo al frente, le dio un enorme
impulso a la obra. Fue un gran presidente. Su estudio de la calle
Treinta y Tres era como la sucursal montevideana de la liga de
fomento de Atlántida.
Cuando
la directiva dudaba si emprender o no la construcción de la
piscina porque temían que no alcanzara el dinero para terminarla,
la contestación generosa y desinteresada de Pastori fue:
-“Alguien,
algún día, va a terminarla.”- Lo importante para él no era
quien hacia las cosas y se llevaba las palmas, sino que las cosas
se hicieran.
Durante
ocho años la piscina no fue otra cosa que un criadero de ranas,
pero la profecía de Pastori se cumplió porque el Dr. Zebrini
otro hombre de gran empuje, la termino. Mucha gente puso el hombro
en esta patriada, gente que incluso puso sus autos a disposición
para el acarreo de los materiales que se traían desde Montevideo.
Cuando
estuvo pronta, el primer salvavidas fue Lindolfo de Armas, el
Botero.
El
31 de Enero de 1951 se inauguro el Country Club de Atlántida con
la presencia del Presidente de la República Andrés Martinez
Trueba y toda su comitiva de honor. Había un gentío enorme. Esa
noche actuaron los Lecuona Cuban Boys, que en aquel momento Hacían
FUROR. Con este acto se habría en Atlántida un lugar
privilegiado que resulto una de las instituciones mas importantes
del Uruguay; la obra cultural que se realizo allí difícilmente
se haya hecho en otro lado. Lastima que su apogeo duro pocos años.,
Los mismos que duraron esos hombres incansables que buscaban
recursos para lograr muchas veces lo imposible.
El
Country contaba con cuatro canchas de tenis, dos de bochas, una de
basketball y una de volleyball. También tenía caballerizas,
donde los socios que tenían caballos podían dejarlos al cuidado
de un caballerizo contratado por el Club. Pero siempre fue mas un
club social y cultural que deportivo.
Había
cinco bungalows, cinco apartamentos para los socios que no tenían
casa en Atlántida o para alojar a los artistas que venían a
actuar en veladas inolvidables.
La
cocina era famosa y la gente venía de Montevideo a almorzar o a
tomar el té y hacían cola esperando mesa, aun en invierno. La
cantina fue del club hasta 1960, fecha en que se contrataron
concesionarios. Lamentablemente estos buscaban solo ganancias y no
les interesaba la vida y el futuro del club. Solo importaba los
que se pudiera ganar con los bailes. Se perdió entonces tanto el
espíritu como la jerarquía del lugar |